Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se define como una acumulación excesiva de grasa que perjudica la salud. El índice de masa corporal, que se calcula dividiendo el peso en kilogramos por el cuadrado de la estatura en metros, da una idea del estado de obesidad del individuo.
Un IMC igual o superior a 25 se clasifica como sobrepeso, y los individuos con un IMC igual o superior a 30 se clasifican como obesos. Sin embargo, la presencia de obesidad puede no detectarse con el valor del IMC en todas las circunstancias. Un atleta con un IMC superior a 30 no se considera obeso debido a su bajo contenido en grasa pero su elevada masa muscular; los individuos con valores normales de IMC pero un elevado contenido en grasa y los consiguientes problemas de salud pueden entrar en el grupo de obesos y puede ser necesario perder peso. Además, la adiposidad regional no debe quedar en segundo plano. Aunque la proporción de grasa en todo el cuerpo se sitúe en niveles aceptables, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes es mucho mayor en individuos con grasa regional, especialmente alrededor de la cintura.
En un estudio, se descubrió que más del 30% de los individuos con IMC en el rango "normal" -aproximadamente 20,7 millones de personas- eran en realidad poco saludables si se tienen en cuenta los síntomas del síndrome metabólico.
En resumen, la obesidad es un problema de salud que debe evaluarse en su conjunto en lugar de limitarse a las mediciones del índice altura-peso.